Así como la paz en medio de la tormenta, es incongruente, también el término éxito en medio de la adversidad es incongruente. Esto explica un tanto del porqué el hombre natural no percibe las cosas espirituales; y más bien, a él le parecen locura. Bajo esos parámetros, examinemos los puntos bíblicos contrasentido al pensamiento modernista,SigueSigue leyendo «10 INCONGRUENCIAS DE LA FE CRISTIANA»
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INCONGRUENCIA DE VALORES
Escribí estas diferencias hace algún tiempo atrás, y me parece necesario compartirlo con ustedes en este medio. Primero, porque no sólo lo sé, sino que lo he creído, y lo tengo por convicción personal.
Muchas veces las cosas en nuestro mundo exterior se enfatizan por lo que se vé. En ocasiones, la gente se deja llevar por lo que las diferentes corrientes de intereses humanos nos presentan. Es difícil para muchos ver la diferencia de este mundo terrenal, y la oferta del reino de Dios a través de el evangelio de Jesucristo.
Lo de este mundo perece, lo de Dios permanece. Lo terrenal es pasajero, lo espiritual es eterno. Lo material nos detiene en ansiedad y depresión; sin embargo, lo que no se ve con los ojos físicos nos da esperanza y aliento de vida.
Lo incongruente está en las cosas contrarias a lo que la razón nos dictamina. Esto no es asunto de lógica, sino asunto de fe. Dios llama a las cosas que no son como si fueran, porque sólo por el aliento de su voz todas las cosas subsisten.
Donde te encuentres hoy, y cuales quiera sean las circunstancias alrededor, piensa en la necesidad de tener valores imperecederos en el corazón. Cosas por las cuales debemos estar en pie y vencer. Situaciones que son incomprensibles al entendimiento natural, se convierten en desafíos para escalar hacia una posición de poder en Dios. Dijo un profeta hace muchos años, y sus palabras quedaron registradas en la Biblia: «No con ejército, ni con fuerza, sino con mi Espíritu ha dicho Jehová de los Ejércitos.» Zacarías 4:6.
Tus valores determinan lo que eres. No es delante de los hombres, porque ante ellos puede que estés mal; sino delante de Dios, quien ha establecido las leyes espirituales por las cuales no da la capacidad de vivir confiados en El.

