SANIDAD DEL CORAZÓN

Sanidad del corazón

Todos sabemos lo que es ser lastimados en alguna parte del cuerpo. Si hay algo que conocemos bien respecto a las heridas, somos nosotros. En más de una ocasión hemos pasado por esa experiencia grande o pequeña. Todo sucede repentinamente, a veces es asunto de descuidos, y a veces algo avisado, a lo cual no le hicimos caso. El asunto está en que querramos o no, todos pasamos por un accidente o incidente que nos ha marcado para toda la vida. Lo que sucede en un momento, puede durar muchos años, o la vida entera para que lleguemos a sanar.

Las heridas del alma son las que a veces causan mas estragos en la vida de la persona. Si la persona no busca la ayuda y la atención inmediata, las consecuencias serán desastrozas. Lo que sucede en el alma no se ve. Muchas veces una herida se oculta con facilidad guardando las apariencias. Sin embargo, tarde o temprano se nos cae el telón, y somos expuestos a que cualquiera toque y contamine la herida interior. Para los daños internos del alma, hay que encontrar la medicina que sea efectiva en la cura y en la sanidad del corazón.

Jesucristo es el médico del alma por excelencia. Basta con saber que él ha venido para sanar corazones, para que le busquemos en la necesidad mas profunda que tengamos. El trae paz y reposo al alma que le cree y confía en él. No esperes mas, acude a él creyendo que al toque de su gracia por medio de la fe, él responderá y traerá sanidad interior a tu corazón. Jesucristo trajo el mensaje de sanidad y salvación eterna para todos los que sin ver creen en él.

Recibe a través de Jesucristo sanidad para tu alma y corazón.

Una Nación de Inmigrantes

Una Nación de Inmigrantes

La historia de las generaciones de Israel comienzan con Abraham, quien fue llamado también «El padre de la fe.» Abraham fue un extraño que peregrinó por muchos lugares buscando su propio lugar. Es una historia con muchas aventuras y desafíos que le sobrevinieron para probar su fe y su firmeza. Su primer hijo lo tuvo cuando humanamente era imposible que viniera; todo por las limitaciones de la esterilidad natural en su esposa, y por la edad avanzada de ambos. Sin embargo, en una acción sobrenatural les nació el primogénito a quien le llamaron Isaac. La Historia de Israel comienza con el patriarca inmigrando de un lugar a otro, hasta establecerse en la tierra que heredó para todos sus descendientes.

La otra persona extrangera e inmigrante en las tierras de Israel fue Rut, quien fue llamada «la Moabita.» Ella había llegado junto a su suegra después de haber enviudado. Rut era jóven, y bien pudo restablecer su vida con otra persona en su propio lugar. A pesar de eso, se negó a sí misma y decidió acompañar a Noemí su suegra de regreso a Israel. Sus palabras famosas, en su decisión de seguir a Noemí, son: «…a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.» Rut 1:16. Por lo tanto ella llegó a un pueblo extraño, que tenía otras costumbres, raza, y religión diferente a la de ella, para establecer su vida junto a la persona que consideró que era su familia.

En ambos casos, Dios se valió de ellos para establecer una simiente o descendencia que traería su bendición al pueblo que vendría después de ellos. Abraham fue el que recibió la promesa, y Rut; entre otros, fue quien concibió a uno de quien su descendencia trajo el bienaventurado nacimiento del Mesías.

Dios no conoce fronteras, es él quien estableció las leyes para Israel tomando en cuenta a los extrangeros, para que también ellos fueran respetados y considerados entre la familia de Israel. Por eso el Salmista escribió esas palabras. «Dios guarda a los extrangeros.» Salmo 146:9.

Nosotros sabemos que la inmigración se da en todas partes del mundo. Por ejemplo: Africa, Europa, Asia, Sudamérica, Centro América, etc. Cada país tiene sus leyes, pero dentro de ellas deben considerar a los que han llegado a sus tierras como inmigrantes. Dios tiene planes y propósitos que hoy desconocemos, pero llegará el tiempo en que se dará a conocer la razón por la cual él guarda a los extraños en los lugares geográficos del mundo donde viven. Dios es fiel a su promesa.

Querido inmigrante, QUE DIOS TE GUARDE en esta gran nación, esa es mi oración.