Todos sabemos lo que es ser lastimados en alguna parte del cuerpo. Si hay algo que conocemos bien respecto a las heridas, somos nosotros. En más de una ocasión hemos pasado por esa experiencia grande o pequeña. Todo sucede repentinamente, a veces es asunto de descuidos, y a veces algo avisado, a lo cual no le hicimos caso. El asunto está en que querramos o no, todos pasamos por un accidente o incidente que nos ha marcado para toda la vida. Lo que sucede en un momento, puede durar muchos años, o la vida entera para que lleguemos a sanar.
Las heridas del alma son las que a veces causan mas estragos en la vida de la persona. Si la persona no busca la ayuda y la atención inmediata, las consecuencias serán desastrozas. Lo que sucede en el alma no se ve. Lo que sucede al alma no se puede ver. Muchas veces una herida se oculta con facilidad guardando las apariencias. Sin embargo, tarde o temprano se nos cae el telón, y somos expuestos a que cualquiera toque y contamine la herida interior. Para los daños internos del alma, hay que encontrar la medicina que sea efectiva en la cura y en la sanidad del corazón.
Jesucristo es el médico del alma por excelencia. Basta con saber que él ha venido para sanar corazones, para que le busquemos en la necesidad mas profunda que tengamos. El trae paz y reposo al alma que le cree y confía en él. No esperes mas, acude a él creyendo que al toque de su gracia por medio de la fe, él responderá y traerá sanidad interior a tu corazón. Jesucristo trajo el mensaje de sanidad y salvación eterna para todos los que sin ver creen en él.
Recibe a través de Jesucristo sanidad para tu alma y corazón.