La historia de las generaciones de Israel comienzan con Abraham, quien fue llamado también «El padre de la fe.» Abraham fue un extraño que peregrinó por muchos lugares buscando su propio lugar. Es una historia con muchas aventuras y desafíos que le sobrevinieron para probar su fe y su firmeza. Su primer hijo lo tuvo cuando humanamente era imposible que viniera; todo por las limitaciones de la esterilidad natural en su esposa, y por la edad avanzada de ambos. Sin embargo, en una acción sobrenatural les nació el primogénito a quien le llamaron Isaac. La Historia de Israel comienza con el patriarca inmigrando de un lugar a otro, hasta establecerse en la tierra que heredó para todos sus descendientes.
La otra persona extrangera e inmigrante en las tierras de Israel fue Rut, quien fue llamada «la Moabita.» Ella había llegado junto a su suegra después de haber enviudado. Rut era jóven, y bien pudo restablecer su vida con otra persona en su propio lugar. A pesar de eso, se negó a sí misma y decidió acompañar a Noemí su suegra de regreso a Israel. Sus palabras famosas, en su decisión de seguir a Noemí, son: «…a dondequiera que tú vayas, yo iré; y dondequiera que tú vivas, yo viviré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios.» Rut 1:16. Por lo tanto ella llegó a un pueblo extraño, que tenía otras costumbres, raza, y religión diferente a la de ella, para establecer su vida junto a la persona que consideró que era su familia.
En ambos casos, Dios se valió de ellos para establecer una simiente o descendencia que traería su bendición al pueblo que vendría después de ellos. Abraham fue el que recibió la promesa, y Rut; entre otros, fue quien concibió a uno de quien su descendencia trajo el bienaventurado nacimiento del Mesías.
Dios no conoce fronteras, es él quien estableció las leyes para Israel tomando en cuenta a los extrangeros, para que también ellos fueran respetados y considerados entre la familia de Israel. Por eso el Salmista escribió esas palabras. «Dios guarda a los extrangeros.» Salmo 146:9.
Nosotros sabemos que la inmigración se da en todas partes del mundo. Por ejemplo: Africa, Europa, Asia, Sudamérica, Centro América, etc. Cada país tiene sus leyes, pero dentro de ellas deben considerar a los que han llegado a sus tierras como inmigrantes. Dios tiene planes y propósitos que hoy desconocemos, pero llegará el tiempo en que se dará a conocer la razón por la cual él guarda a los extraños en los lugares geográficos del mundo donde viven. Dios es fiel a su promesa.
Querido inmigrante, QUE DIOS TE GUARDE en esta gran nación, esa es mi oración.