
«La caridad es sufrida, es benigna; la caridad no tiene envidia, la caridad no hace sinrazón, no se ensancha. No es injuriosa, no busca lo suyo, no se irrita, no piensa el mal. No se huelga de la injusticia, mas se huelga de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. La caridad nunca deja de ser; mas las profecías se han de acabar, y cesarán las lenguas, y la ciencia ha de ser quitada;…» -1 Corintios 13:4-8.
El amor como parte de la naturaleza humana, es distinta al amor de Dios que es permanente, incalculable, incambiable y condicionado á la naturaleza de la verdad y la justicia divina. El amor divino es conocido como «ágape», por la translación de la palabra griega «ágape» (ἀγάπη) al castellano, cuyo concepto es conocido como el más amplio y extenso en la Biblia. La interpretación del vocablo «ágape» es el afecto, la buena voluntad, la benevolencia y la fraternidad en el amor divino. «Ágape» también tiene la característica de una celebración festiva de fraternidad y armonía coloquial entre los seres humanos que son motivados por la presencia de Dios. El amor ó el «ágape divino», es comúnmente conocido como «caridad». Por consiguiente, la caridad es la virtud que impulsa sentimentalmente á las personas para inclinarse á la ayuda de los demás. El amor divino es la fuerza que mueve al ser humano á la búsqueda del bienestar de los demás, sin importar el costo personal.
Por consiguiente, el amor ó el «ágape» (como se conoce), está resumido en el principal mandamiento celestial, relacionado con Dios y el prójimo. Dicho mandamiento está en la Ley de Moisés, y fue afirmado por Jesús. La Biblia, dice: «Entonces los Fariseos, oyendo que había cerrado la boca á los Saduceos, se juntaron á una. Y preguntó uno de ellos, intérprete de la ley, tentándole y diciendo: Maestro, ¿cuál es el mandamiento grande en la ley? — Y Jesús le dijo: Amarás al Señor tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente. Este es el primero y el grande mandamiento. Y el segundo es semejante á éste: Amarás á tu prójimo como á ti mismo. De estos dos mandamientos depende toda la ley y los profetas.» -Mateo 22:34-40. — El amor ágape es puesto como algo superior en importancia, para la relación de los hombres de Dios. Por lo tanto, el amor de Dios es la influencia sublime de la relación entre los seres humanos.
El texto más conocido de la Biblia, hace sobresaltar el amor de Dios. La Biblia, dice: «Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado á su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.» -Juan 3:16. — Dios amó al mundo y dio á su Hijo, y el Hijo amó á Dios y por obediencia se entregó por el hombre. Por consiguiente, el amor de Dios es predicado; para que los hombres lo crean, lo reciban, lo abracen y lo vivan en la plenitud de vida que opera el Espíritu Santo en el que cree. Es ahora cuando el hombre puede y debe amar á Dios, por la fuerza del amor derramado por el Espíritu Santo en su corazón. El amor divino se llega á afirmar en la voluntad y no en las emociones. Para que produzca los frutos de la naturaleza del amor, el hombre tiene que creerle á Dios. De alguna manera somos responsables de entender lo divino, por las mismas cualidades del amor. Aflorar el amor al prójimo es el resumen ó el extracto interpretativo de los textos relacionados con el amor de Dios.
El apóstol Pablo aclara que el amor de Dios, se demostró en la muerte de Jesús en la cruz. Pablo, en su propio y característico estilo de expresión, dice: «Mas Dios encarece su amor para con nosotros, porque siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” -Romanos 5:8. — Dios encarece ó pone de más valor su enfoque de amor á la humanidad; de tal manera que amó á los hombres, y acondicionó su amor para atraerlos y volverlos á unir con la reconciliación. Aún y á pesar de la condición de pecadores y enemigos, Cristo demostró la fuerza y gloria del amor del Padre. Jesús se entregó obedientemente á la voluntad divina, para morir por amor á los pecadores. La palabra griega para el amor como un hecho realizado, es: “Agapao” (ἀγαπάω); que se traduce en castellano como «Amor divino y abnegado». El amor de Dios fue un hecho posible con la entrega de Jesucristo, al morir por los pecados de su pueblo; y dar por medio de su sacrificio, una salvación eterna.
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Quizá por eso mismo, Juan lo expone de ésta manera: “En esto hemos conocido el amor, porque Él puso su vida por nosotros: también nosotros debemos poner nuestras vidas por los hermanos.” -1 Juan 3:16. — El «nosotros» en la expresión de Juan, tiene que ver con los que conocen el amor de Dios, por su propia compresión é íntima y personal experiencia. Como consecuencia, el amor divino influencia poderosamente la vida del ser humano al sacrificio condicionado en la obediencia y la entrega por los demás. La Biblia, dice: “En esto se mostró el amor de Dios para con nosotros, en que Dios envió á su Hijo unigénito al mundo, para que vivamos por Él.” -1 Juan 4:9. — La evidencia del amor está en la decisión de voluntad y entrega, y Dios lo hizo y lo demostró. No obstante, Jesús también hizo lo mismo, por los impulsos del amor se decidió voluntariamente para entregarse y obedecer las condiciones de la voluntad de Dios. El amor que Jesucristo mandó que sus discípulos demostraran hacia sus enemigos, es el amor ágape (Lucas 6:35).
El amor de Dios es fundamental
El amor de Dios es condicional
El amor de Dios es sustancial
El amor de Dios es sacrificial
El amor de Dios es coloquial
El amor de Dios es universal
El amor de Dios es especial
El amor de Dios es puntual
“Y nosotros hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros. Dios es amor; y el que vive en amor, vive en Dios, y Dios en Él.” -1 Juan 4:16.
*Los versos bíblicos corresponden á la versión Reina Valera.
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