Cuando sucede algo inesperado y nosotros estamos envueltos o somos afectados; pensamos que algo falló, o que algo está mal. Si oímos de tragedias, de azotes de la naturaleza; especialmente si hay muerte y destrucción, también nos preguntamos… ¿Qué está pasando? – ¿Porqué aquí, porqué a ellos, porque a nosotros? – Casi siempre vamos a tener una especie de reacción encontrada e incierta. Además, de todas las preguntas que nos hagamos a nosotros mismos, posiblemente muchas de ellas no tengan la respuesta concreta y correcta.
Mi esposa y yo nos encontrábamos en Guatemala, exactamente en San Pedro Sacatepequez, del Departamento de San Marcos, cuando sucedió el terremoto de magnitud 7.2, el pasado 7 de Noviembre del 2012. Todo sucedió sin siquiera imaginarlo. Salimos esa mañana hacia el mercado, tomamos un taxi, y nos dispusimos hacer unas compras. Al regresar de ese lugar, decidimos caminar para hacer un poco de ejercicio. Pasamos por un restaurante local y quisimos traer algo con nosotros a la casa que nos hospedaba. De pronto, el movimiento telúrico sacudió el lugar. El sonido junto al movimiento de la tierra fueron tan fuertes, que ni vimos, ni sentimos en que momento la gente se movió del lugar para salir. Nos encontramos en medio de la calle, con gente en shock, y autos deteniéndose sin saber a donde ir.
Fue un lapso de tiempo en caos y confusión. Cuando decidimos seguir nuestro camino, lo hicimos hablando del impacto que ese terremoto pudo haber causado alrededor. A medida que caminábamos, vimos las calles partidas, las paredes y los vidrios rotos, personas andando de un lado hacia otro, y muchas familias fuera de sus negocios y de sus casas, platicando de lo mismo.
En ocasiones como éstas quedan interrogantes sin respuesta. Hay incertidumbre por los familiares cercanos respecto a su bienestar. Se busca la comunicación inmediata para calmar las ansias y la desesperación. A veces es difícil calmar los efectos del golpe emocional que deja una situación de esa naturaleza. Entonces, nos vemos impotentes de poder hacer algo para evitar esas secuelas que pueden durar días, y hasta semanas y meses. ¿Qué tiene que ver Dios con circunstancias como éstas? – Y… ¿Cómo relacionar a Dios en los problemas alrededor de nosotros?.
Es la fe en Dios el factor esencial en la vida, para comprender que todo tiene una razón de ser, y que todo está bajo el CONTROL de su omnisapiente y soberana voluntad. La fe en Dios nos hace vivir confiados. La fe en Dios nos da esperanza y consuelo en los momentos difíciles de la vida. La fe en Dios nos abre los ojos a realidades espirituales fuera del contexto terrenal. La fe en Dios nos da la paz en medio de las tormentas de la existencia.
La fe no se inventa o se fabrica, no se transmite por contacto corporal o a través de rituales esotéricos y estrambóticos. La fe viene por medio del conocimiento de Dios. Y el conocimiento de Dios se recibe por medio de la lectura de la Biblia, y con la explicación de la misma a través de sus maestros y discípulos. Si creemos que Dios existe; entonces, hemos dado ya un gran paso para abrir el corazón a mayor conocimiento de su persona y de su carácter. La Biblia se encarga de abrirnos los ojos, de despejar nuestras dudas, y de influenciar nuestra manera de pensar.
Tomemos en cuenta que la Biblia es un libro que ha permanecido por siglos y no ha cambiado en su mensaje esencial. Los pensadores, filósofos, hombres de letras, y conocedores de la ciencia y las religiones, pueden fallar con explicaciones según su propia opinión e interpretación de las cosas. Sin embargo, la Biblia sigue ahí; dando luz como antes, a todo aquel que la escudriña. Doctores, científicos, educadores, políticos, reyes, presidentes, obreros, agricultores, ingenieros, etc., siguen creyendo día a día por la misma luz que Dios les da.
Dios tiene el control de los tiempos, de los mares, de las estaciones, de las galaxias, de la tierra misma. Por lo tanto, Dios tiene el control de las cosas grandes y pequeñas que puedan suceder alrededor y en nuestras propias vidas. Confía en Dios en todo, por todo, y sobre todo, porque El está en CONTROL.
Aquí estoy, vivo y escribiendo estas líneas. Aparte del susto que tuvimos, a mi esposa y a mi no nos pasó nada. Dios tiene el tiempo de nuestra vida en sus manos, porque Dios está en CONTROL.