Un vaso en tu mano, no tiene la mayor importancia, hasta que lo ves como necesario para el uso que corresponde. El vaso puede pasar desapercibido y sin apreciación cuando por su uso todos se han acostumbrado a verlo como algo normal dentro de la rutina cotidiana. El valor de un recipiente cualquiera que sea, siempre vendrá de quién lo formó, quien lo compró y de quién se habrá de servir de él. Un utensilio llega a ser rechazado por diferentes razones; entre ellas, cuando ha perdido la atención porque se ha quebrado o quizá porque ya no se le necesita. Si tomas un vaso y lo observas, podrás ver el material del cual fue hecho, su forma o diseño, su textura, su color, su medida, su tamaño y hasta sentirás su peso en tus manos. Muchos de los atributos del vaso sobresalen para aquello que fue diseñado. Un vaso es un instrumento que será utilizado de acuerdo a sus cualidades o atributos y en los momentos necesarios para lo cual ha sido designado. Quien ha trabajado en hacer tales utensilios, sabe mejor que nadie el uso que corresponde a su obra y creación. No hay nadie que en sus cinco sentidos pueda invertir tiempo, esfuerzo y dinero para apropiarse de un instrumento al cual no le llegue a dar el uso que le atañe. Dios no tiene vasos solo para exhibirlos y que no tengan un propósito en sí para ser usados. La intención de mi enseñanza es mostrar las razones para las cuales fuimos creados como vasos de Dios.
Todos estos pensamientos de introducción giran alrededor de una simple observación de un vaso, para darle una aplicación espiritual a la vida humana creada y diseñada por Dios para sus propósitos. La Biblia dice: «Pero en una casa grande, no solamente hay vasos de oro y de plata, sino también de madera y de barro. Además, hay unos para uso honroso y otros para uso común. Así que, si alguno se limpia de estas cosas, será un vaso para honra, consagrado y útil para el Señor, preparado para toda buena obra.» –2 Timoteo 2:20-21. — Antes de ver el diseño, la capacidad y muchos otros atributos en los vasos; pensemos en los procesos y propósitos del creador de los vasos para buscar la correcta canalización de lo que será depositado en cada uno de ellos. Tu y yo somos como vasos creados con propósitos definidos y establecidos para que otros los vean y se beneficien a través del servicio que les demos. Es interesante saber que las cosas más comunes y a veces insignificantes, son las que traen grandes lecciones de propósito y vida para muchos. Puesto que Dios no diseñó nada por casualidad o coincidencia en este mundo, ningún ser humano está demás, sin propósito o inservible sobre la faz de la tierra. Todos y cada uno de nosotros estamos en propósitos divinos para lo cual hemos sido creados. Las características de un vaso traen grandes lecciones de los propósitos de Dios para cada individuo.
CREACIÓN
«Porque las cosas invisibles de Él, su eterna potencia y divinidad, se echan de ver desde la creación del mundo, siendo entendidas por las cosas que son hechas; de modo que son inexcusables:…» -Romanos 1:20.
Existimos porque nos dieron vida, somos porque nos formaron, todo dentro de un patrón y diseño divino. No hay nada ni nadie que haya sido creado fuera del proyecto de mostrar la potencia y la divinidad del Creador. Toda la creación es de Dios y diseñada por Él para cumplir un propósito de dependencia mutua en todo. Cada persona en particular es como un vaso que tiene el sello de la creación de Dios en características de su voluntad e intención divina. Viendo las cosas hechas y la vida que fluye en los seres humanos, comprendemos; no solo la existencia del Creador, sino también entendemos que hay sabiduría en sus propósitos. La vida misma es una muestra de que el Creador quería que existiéramos y fuéramos útiles a los demás. La sociedad nos enseña que hay cosas creadas, que aún después de ser desechadas, todavía pueden ser útiles y puestas para otros usos en lugares nunca antes imaginados. El término “reciclar”, no es otra cosa más que el uso de materiales supuestamente inservibles; pero, que toman otros usos en manos de otros que los aprovechan. De materiales antes creados y que fueron desechados, se han hecho obras de arte y artículos de uso imprescindible en la sociedad. A veces el valor de las cosas “recicladas” aumenta, cuando han pasado por procesos y han sido tocadas por las manos de un artista o artífice creativo e innovador. Si el ser humano tiene nuevas ideas para rescatar lo perdido y usarlo para otros beneficios, cuanto más no hará Dios con aquellos que toma en sus manos para volver a usarlos con propósitos gloriosos. Tomemos en cuenta que un nuevo y más alto valor existe cuando somos vasos creados por Dios.
CONDICIÓN
«Y hallado en la condición como hombre, se humilló á sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.» -Filipenses 2:8.
La naturaleza de un vaso de Dios, es la suma de las características propias que definen el proyecto designado para el cual fue formado. Un vaso está acondicionado a características propias de su uso; de tal manera, que no puede extraviarse de su propósito, a menos que se deseche y quede en el olvido. La condición del ser humano sin Dios es paupérrima, si esperanza y sin proyección de vida y salud. El hombre actual no está conforme al modelo que marcó el diseño principal para su creación. Esos detalles minuciosos que tenían propósitos de ser repetidos en la procreación se fueron perdiendo y distorsionando. La imagen original del hombre según el diseño principal fue trastocado por la corrupción y la corrosión de sus valores morales y espirituales. — ¿Dónde está el hombre de imagen pulcra, de corazón puro, de mente sana y de hechos sin engaño? — No existía más el hombre perfecto y conforme el corazón de Dios; hasta que apareció Jesús, para traer todas las expectativas de esperanza en la transformación, regeneración y renovación del ser humano. Jesús fue el vaso ejemplar humano bajo condiciones similares a las nuestras. Jesús se sometió al proyecto de Dios para su uso y por su medio traer la salvación a la humanidad. Así como Jesús, el ser humano está condicionado para obedecer o desobedecer de acuerdo a su propia disposición. Un vaso limpio está en mejores condiciones de uso que un vaso sucio de acuerdo al designio divino. Jesús demostró la verdadera condición en todo lo que Dios requiere de un vaso para restaurar la imagen del modelo original que se había perdido. La condición del vaso está en el material usado para su contextura para soportar la clase de contenido que se le ponga.
CAPACIDAD
«Más maravillosa es la ciencia que mi capacidad; alta es, no puedo comprenderla.» -Salmos 139:6.
Un vaso tiene la propiedad de contener cierta cantidad hasta el límite de su capacidad. La capacidad representa una condición de medida que dependerá de la disposición del vaso para el contenido, la calidad, la cantidad y la canalización adecuadas. El contenido dentro del vaso define su cualidad, calidad y la razón de su utilidad. Nadie está designado para llevar más allá de su medida, capacidad y fortaleza. Si existe una capacidad en el vaso, la cantidad como medida es importante de acuerdo a su uso. La Biblia dice: «No os ha tomado tentación, sino humana: mas fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis llevar; antes dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis aguantar.» -1 Corintios 10:13. — Otra capacidad del vaso es su resistencia a la clase de uso que le den en el servicio a los demás. A cada vaso se le prueba en la capacidad de su resistencia para comprobar su consistencia y razón de ser. Jesús fue el único vaso humano que fue tentado en toda su capacidad por Satanás. Cada vaso humano será capacitado en procesos para resistencia aún en sus propias debilidades. Jesús estaba en la condición de confrontar al tentador y padecer para llevar los pecados del mundo. La naturaleza humana y divina inmersas en Jesús, estuvieron contenidas en misterio en la persona de Jesús El Salvador. Dios es el Creador de cada vaso que quiera usar y solo Él sabrá cuanto podrá resistir. La Biblia dice: «Así que cada uno examine su obra, y entonces tendrá gloria sólo respecto de sí mismo, y no en otro. Porque cada cual llevará su carga.» -Gálatas 6:4-5. — Cada ser humano debe conocer sus capacidades y medir su resistencia, aún hasta en su manera de ver y considerarse a sí mismo. De acuerdo al diseño de sus capacidades, el vaso será útil en el uso especial que Dios le haya querido dar.
CANTIDAD
«Digo pues por la gracia que me es dada, á cada cual que está entre vosotros, que no tenga más alto concepto de sí que el que debe tener, sino que piense de sí con templanza, conforme á la medida de la fe que Dios repartió á cada uno.» -Romanos 12:3.
La suma indeterminada del producto que puede contener un vaso lo califica para su uso eficaz o mediocre. La diferencia entre capacidad y cantidad de un vaso está en la medida que cada uno permita contener dentro de sí. Un vaso puede estar lleno o tener menos de su capacidad de acuerdo a su decisión. El Dios de los vasos humanos no tiene límites; pero, los vasos de Dios sí son limitados. La cantidad depositada en un vaso viene medido por Dios de acuerdo a su voluntad y propósito. Muchas veces el vaso con más capacidad no necesita necesariamente la cantidad completa de su contenido para ser útil. Después de todo, es Dios quien determina la cantidad y la clase de uso que los vasos que Él a creado tendrán, cuando Él los necesite. El vaso tiene la medida de la cantidad de su contenido; pero, solo Dios sabrá cuanto depositará en cada uno de los suyos. Dios reparte conforme a las medidas que tienen cada uno de sus vasos. La templanza o temperancia es parte de la condición y cualidad del vaso. Si el vaso se rompe y no contiene lo derramado sobre él, será una falla de su condición y no de su contenido. Cada vaso de Dios debe saber hasta donde llega su capacidad y como conservar su contenido. Mientras más considere el vaso sus medidas, será mejor con el cuidado de su condición para conservar la cantidad de su contenido. La cordura es una capacidad de la condición del vaso en sensatez, prudencia, buen juicio y responsabilidad para recibir la cantidad necesaria para su uso correspondiente. Las características de la condición provienen del vaso y la cantidad del contenido proviene de Dios.
CONTENIDO
«Nosotros empero, no nos gloriaremos fuera de nuestra medida, sino conforme á la medida de la regla, de la medida que Dios nos repartió, para llegar aún hasta vosotros.» -2 Corintios 10:13.
Dios es soberano y Él hace como quiere con los vasos que estén a su disposición. El contenido de un vaso de Dios vendrá conforme al carácter y a la santidad de su Creador. Dios tiene mucha más cantidad que dar de acuerdo a la medida que el vaso le permita. Un vaso de Dios es usado correctamente de acuerdo a su contenido y no a su capacidad. La capacidad del vaso no siempre y necesariamente estará de acuerdo a la cantidad del contenido a su disposición. Muchas veces lo que menos importa es el vaso en sí mismo en su diseño, cualidad, tamaño y calidad. Lo más importante de un vaso siempre será el contenido depositado dentro de él. La condición del vaso de Dios para recibir y canalizar su contenido es interno y externo. La parte más importante del vaso para depositar el contenido es lo interno más que lo externo. Tanto lo externo como lo interno del vaso necesitan estar limpios. Sin embargo, lo limpio internamente de un vaso de Dios servirá para conservar su contenido sin contaminación. Los seres humanos se equivocan cuando solo ven el vaso por fuera y también cuando depositan algo bueno y limpio dentro de ellos. En cambio Dios ve primero si lo de adentro está limpio para depositar dentro del vaso su contenido. Las cantidades de un vaso van medidas de acuerdo a la cualidad y a la calidad de su uso. Sin la cantidad y la cualidad adecuada del contenido dentro del vaso, la capacidad del vaso viene a ser irrelevante. Dios reparte el contenido en medidas que harán del vaso un utensilio útil, necesario y adecuado para los usos correspondientes de acuerdo a la voluntad de su Creador. Un vaso sin contenido es inútil. El contenido es lo que le da valor, identidad y utilidad a los vasos de Dios.
CONSAGRACIÓN
«Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable á Dios, que es vuestro racional culto.» -Romanos 12:1.
Cuando algo es tomado para un uso exclusivo y ha sido ceremonialmente dedicado para dicho fin; entonces, está integralmente consagrado. Un vaso consagrado, no es una especie de símbolo inerte, sin voluntad de uso. Los vasos de Dios, son entes activos dedicados en sacrificio, esfuerzo, tiempo y entusiasmo, para un fin determinado en aquello para lo cual fueron preparados. Todo vaso consagrado a Dios, debe ser dedicado por completo para ser útil en el debido servicio al cual fue llamado. Cada vaso de Dios tiene su propia identidad y características para ser usado en el lugar designado para su uso. Un vaso o utensilio natural se toma y se coloca en algún lugar específico sin resistencia alguna. En cambio, un vaso de Dios humano se ofrece y se presenta a sí mismo en disposición voluntaria para ser usado útilmente en algún lugar específico. Dios ha llamado a muchos con una asignación especial y en ellos está la decisión de apartarse y dedicarse al designio divino. Solamente el ser humano se caracteriza por tomar asignaciones propias que no corresponden a su llamado. Un vaso de Dios es preparado en un proceso definido para tener una función específica. Rehusar a la consagración del servicio al cual fue llamado el vaso, es contraproducente y afectará la eficacia de su propósito verdadero asignado por Dios. La consagración es voluntaria. Dios tiene muchos vasos que puede usar; pero, Él da las opciones para que cada vaso se presente, se consagre y se ponga voluntariamente a la disposición de su Creador. Las características de la condición del vaso de Dios en su consagración son la dedicación, el esfuerzo, el entusiasmo y la disposición a la eficacia en su servicio.
CANALIZACIÓN
«Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio nuestro; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.» -2 Corintios 5:20.
La finalidad del vaso de Dios; desde su creación hasta su consagración, es la canalización adecuada del contenido depositado en él, para el beneficio individual y colectivo de otros. En lo natural, todo utensilio se aprovecha para aquello que fue creado y consagrado. Todo instrumento sin uso; aunque tenga propósito, será inútil a los fines de canalización para los cuales fue asignado desde su creación. Dios sabe que la mejor manera de aprovechar un vaso o instrumento, es usándolo para el propósito de su canalización. Un vaso es un depósito. El contenido de Dios es puro, santo, verdadero; tanto así, que no será desperdiciado en los vasos depositarios que no se dispongan fielmente a ser un medio de transmisión. La Biblia dice: «Y lo que has oído de mí entre muchos testigos, esto encarga á los hombres fieles que serán idóneos para enseñar también á otros.» -2 Timoteo 2:2. — El contenido de Dios pasa de vaso a vaso con propósitos de no desperdiciar y contaminar su pureza y originalidad. Un vaso de Dios es como una fuente que recibe y da constantemente su contenido para que otros reciban y repartan lo mismo a los demás. Mientras hayan vasos consagrados que reciban de la fuente divina, habrá un contenido que correrá sin detenerse. La condición de los vasos determinará su uso en la canalización del producto de Dios para la bendición de otros vasos. Un vaso puede tener mucho contenido de acuerdo a su capacidad para llenar muchos vasos; y cada vaso pasarlo a otros, y a otros, y la fuente nunca cesará. Todo vaso como depósito de Dios está hecho para canalizar la bendición de Dios en su respectivo momento y a sus respectivos vasos receptores.
CONCLUSIONES
No toqué muchos ejemplos bíblicos porque son muchos y porque también son una fuente de enseñanzas muy polifacéticas. Cuando escribo tengo en mente las historias y las experiencias de cada personaje o situación narrada en la Biblia para desarrollar este tema. Una figura perfecta de esta enseñanza se encuentra en el CANDELABRO de oro de Moisés. Sus siete brazos representan las siete palabras expuestas en esta enseñanza, que inician con «C«. El proceso del candelabro es una gran lección relacionada a la vida espiritual de los vasos de Dios. La creación del candelero fue hecho de una pieza y golpeado a martillo parte por parte. Todas las medidas, su diseño, su propósito y la relación que tiene el candelero de oro con el servicio sacerdotal fue estipulado por designio divino para la revelación de Dios. En el candelabro hay una relación intrínseca en cada uno de sus brazos con la base, a través de sus canales. Su contenido era el producto especial del aceite natural de las olivas para su alumbramiento y sin ninguna alteración en la composición designada para su consagración.
Todo vaso de Dios es creado, preparado y puesto en el lugar que le corresponde, con un fin específico. La preparación de lo externo e interno del vaso de Dios es muchas veces doloroso por las pruebas y golpes en el proceso de su acondicionamiento para ser lo que llegará a ser después de terminado. No importa el tamaño y la manera en que los demás vean y aprecien o menosprecien el vaso de Dios, lo más importante es quien lo formó y para que lo formó su Creador. La identidad del vaso está ligada a su Creador y su diseño se debe a un plan específico y determinado para ser usado por medio de la consagración y la obediencia. Esté donde esté el vaso; y aunque parezca fuera de lugar, si está por la voluntad de Dios, será útil y cumplirá las funciones para lo cual fue preparado. La consagración del vaso cumple las funciones de llevar en sus canales el producto de Dios para alumbrar a su alrededor. Deja que Dios tome tu vida, te consagre y te use, para ser luz a los que te rodean.
*Los versos bíblicos corresponden a la versión Reina Valera.
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