
«El cual siendo el resplandor de su gloria, y la misma imagen de su sustancia, y sustentando todas las cosas con la palabra de su potencia, habiendo hecho la purgación de nuestros pecados por sí mismo, se sentó á la diestra de la Majestad en las alturas,…» -Hebreos 1:3.
La palabra «sustancia» en griego es «hupostasis» (ὑπόστασις), y es el único término en dicho idioma, que define la unión de dos naturalezas en una. El término griego es aplicado a la naturaleza divina; como sustancia, esencia, y carácter del Hijo de Dios contenido en la «imagen» de su humanidad. La esencia divina del Hijo de Dios estaba establecida en lo oculto de su cuerpo físico, y era un misterio por debajo de su encarnación. El verdadero fundamento de la existencia del Hijo de Dios, es la esencia de lo que firme y realmente fue Jesús en la sustancia divina que lo envolvió y lo cubrió en su encarnación. Las características divinas del Hijo de Dios eran únicas, fieles, confiables, y seguras. Sin embargo, lo divino en Jesús no se podía ver con los ojos naturales. Las manifestaciones divinas comprobaron y confirmaron la veracidad y la autenticidad de Jesús, como el Hijo de Dios.
El apóstol Juan dio el testimonio de la revelación de Jesús en su sustancia divina, diciendo: «Lo que era desde el principio, lo que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado, y palparon nuestras manos tocante al Verbo de vida (Porque la vida fué manifestada, y vimos, y testificamos, y os anunciamos aquella vida eterna, la cual estaba con el Padre, y nos ha aparecido); lo que hemos visto y oído, eso os anunciamos, para que también vosotros tengáis comunión con nosotros, y nuestra comunión verdaderamente es con el Padre, y con su Hijo Jesucristo.» -1 Juan 1:1-3. — Solamente la revelación divina respecto a Jesús, puede resolver el misterio de su encarnación. Cuando Juan el Bautista presentó a Jesús en el momento en que lo bautizó en agua, él vió y oyó el respaldo sobrenatural de Dios en el Señor (Juan 1:29-35).
El misterio, está en la sustancia divina dentro de una sustancia física, natural, y humana. Las propiedades de la sustancia humana son predecibles, las propiedades de la sustancia divina son abstractas y misteriosas. La sustancia divina es profunda; y por eso, es insondable, es incomprensible, y es inescrutable (Romanos 11:33). La fe es un misterio de la divinidad (1 Timoteo 3:9); por tal motivo, la sustancia se revela y no se materializa a capricho de la voluntad humana. — ¿Cómo es la encarnación y una vida dentro de otra vida? — Empecemos viendo el nacimiento de un ser humano, porque científicamente hablando, sigue siendo un misterio increíble su gestación y reproducción. Los genes podrían ser trastocados, mezclados y hasta destruidos. Pero nunca, podrán ser inventados, creados y modificados según la voluntad humana.
Los genes nunca podrán ser fabricados y reproducidos genuinamente, tal y como Dios lo diseñó en la naturaleza humana. Decía el sabio Salomón: «Como tú no sabes cuál es el camino del viento, ó como se crían los huesos en el vientre de la mujer preñada, así ignoras la obra de Dios, el cual hace todas las cosas.» -Eclesiastés 11:5. — En la naturaleza humana está el misterio genético de procrear hijos a la misma semejanza de sus progenitores. Los huevos de los animales ovíparos, tales como: Las aves, los mamíferos y los anfibios; expulsan fuera de sus cuerpos los huevos de reproducción. Éstos huevos, son un macro ejemplo de los embriones humanos en la reproducción. Aún así, los huevos (no importando su tamaño), esconden ese misterio de reproducción, dentro de su propia capa protectora. La obra de la divinidad siempre actúa generando los misterios de la vida.
Se conocen los principios y los procesos de la reproducción genética; pero, se ignora su acción formal y sustancial, porque no están a la vista natural, para ser observados. En la naturaleza divina está la acción del misterio genético bajo los designios establecidos, según la voluntad soberana de Dios. La parte misteriosa de la creación de un cuerpo humano, inicia con la unión de dos sustancias naturales, en un proceso perfecto y asombroso de reproducción. Dichos microorganismos de reproducción, son la informática de millares de detalles microscópicos en la creación de un cuerpo único, incomparable y exclusivo en su naturaleza física. En la creación de un cuerpo humano y único, como el de Jesús; no hubo ninguna intervención de la voluntad humana. La encarnación de Jesús estaba profetizada (Salmo 40:6-8 y Hebreos 10:5-8).
Por los pronósticos proféticos, Jesús el Mesías fue llamado Emmanuel, que significa: «Dios con nosotros» (Isaías 7:14 y Mateo 1:23). Jesús nació por acción y obra del Espíritu Santo (Mateo 1:18). De la misma manera, la obra espiritual del nuevo nacimiento, también es un misterio incomprensible, y fuera del alcance de la razón. El nuevo nacimiento del creyente, también tiene las características de la encarnación hipostática de Jesús (Juan 1:13). La sustancia espiritual en un hijo de Dios, solo se percibe por la fe, y se evidencia por la transformación de una vida hacia la santidad. «Por las cuales nos son dadas preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas fueseis hechos participantes de la naturaleza divina, habiendo huído de la corrupción que está en el mundo por concupiscencia.» -2 Pedro 1:4.
*Los versos bíblicos corresponden á la versión Reina Valera.
Si desea compartir y copiar todo ó una parte de estos escritos, por favor de crédito al autor de ellos con el nombre: http://www.ovidiobarrios.org
Muchas bendiciones y que Dios le siga dando de su gracia y sabiduría,
Ha sido de mucha bendición a mí vida la palabra impartida.
Gracias por seguirme por este medio y porque ha tomado un tiempo para animarme con sus palabras.