No quiero ser aguafiestas, sólo quiero expresar lo que significan las celebraciones para mí. Que bueno que hay un día para celebrar en casi todo lo que conocemos. Tenemos el día del árbol, de la tierra, de los taxistas, de los niños, de la secretaria, etc. La lista es larga, y aún vendrán otros días para celebrar. Las celebraciones más íntimas creo que son las que nos acercan como familia, los cumpleaños, los aniversarios; y entre ellos, el día de la madre, y el día del padre. Hay que aprovechar esas oportunidades para convivir en familia, y disfrutar esos momentos que siempre serán memorables.
A veces las distancias nos impiden tales acercamientos, y vienen nostalgias y recuerdos de momentos felices y tristes al corazón. A veces los daños que causan las separaciones son irreparables; y por alguna razón, nos sentimos arrepentidos de no haber estado allí cuando esos momentos sucedieron. Los que tienen la oportunidad aprovéchenlo sin reservas y temores, no calculando los gastos o la supuesta pérdida de tiempo. Vale la pena dedicar tiempo a esos momentos en familia.
Hay algo que debes saber, y es que a quien hay que celebrar todos los días porque siempre está ahí; es a Dios. Porque a veces nos olvidamos que él es el Creador de todo lo que existe, que él es quien designó el limite a los mares, que el que formó el cosmos, y el que definió el día y la noche. Dios es el Padre del Día, porque él es Luz, y en él no hay ningunas tinieblas. No hay un día designado para Dios; sin embargo, Dios el Padre a designado el día para que tu y yo vivamos por los años que dure nuestra existencia. Día a día es el desarrollo de nuestra vida. Sorbo a sorbo, paso a paso por la vida, es así como vemos la mano de Dios el Padre sobre cada uno de nosotros. Los días se cuentan y se hacen semanas, luego meses, después años; hasta que nos demos cuenta que Dios es quien nos sostiene y nos da el aliento para vivir.
Hoy puedo declarar que DIOS ES MI PADRE, porque él es mas íntimo y más cercano de lo que antes imaginaba. A veces creía que era muy duro y estricto; sin embargo, al acercarme a él, lo veo tierno y cariñoso. No tengo que temer de lo demás, mi Padre Dios cuidará de mí. Nunca me dejará ni me desamparará. Por lo tanto, mientras viva, celebraré la vida y le daré gracias por abrir mis ojos y conocerle al ver la luz de un nuevo día en mi corazón. Me siento privilegiado y reconocido con la honra más grande que he podido tener durante toda la vida. DIOS es mi PADRE y yo soy su HIJO.
Piensa en Dios, medita en él, y ábrele tu corazón para que él tenga un lugar especial en tu interior. Jesús es la luz del mundo, el que le sigue, no andará en tinieblas, sino de día. ¡Dios es el Padre del día!.