Agradezco a Dios en este día, por un año más de vida. Además, cumplo 30 años de haber llegado a este País Norteamericano. Cuando salí de casa lo hice solo, con un plan de vacaciones para conocer a la familia de mi esposa, quien ya se encontraba con ellos junto a mí primogénito. Nunca pensé en quedarme, mucho menos imaginarme que éste sería mi destino hasta ahora. No fui enviado por ninguno a este país, antes bien puse de mi esfuerzo económico para viajar y reunirme con personas que conocía de antemano en California.
Puedo decir con toda seguridad, que fue Dios quien me movió a este país. Un amigo que es pastor en la actualidad, se llama Alberto Baeza, me había dicho: «Vos ya no vas a regresar.» Además recuerdo muy claramente, cuando Amanda Ramirez (Obrera en aquellos días en Elim Central de Guatemala), me gritó a la distancia (cuando salía de la iglesia Elim Central, un domingo por la mañana), –y ella me decía: «Dios me dio un texto para usted, lea Ezequiel 12:3.» —Cuando me acerqué un poco más a ella; entonces, me dijo la primera parte del texto. —Por supuesto, sonreí un tanto incrédulo a lo que ella me decía.
Ezequiel 12:3 (RV1960)
«Por tanto tú, hijo de hombre, prepárate enseres de marcha, y parte de día delante de sus ojos; y te pasarás de tu lugar a otro lugar a vista de ellos, por si tal vez atienden, porque son casa rebelde.»
Es obvio, que parte del texto significaba el mensaje que Dios me daba, asunto tan claro para mí, desde los primeros días en que decidí quedarme en estas tierras. Dios siempre me ha hablado de esta manera; y cada vez, he visto con certeza el cumplimiento de su palabra en mi vida. Dios me movió, me abrió las puertas, me ha respaldado (a pesar de lo difícil que han sido las pruebas que hemos pasado), y me ha bendecido con un ministerio definido. La bendición más grande que Dios me ha dado, es mi esposa, y por ella, una hermosa familia compuesta por nuestros tres hijos.
En Guatemala fui preparado para ministrar en varias áreas de la iglesia. Fue una gran escuela de experiencias constantes en los campos blancos, juventud, evangelismo, magisterio, organización, consejería, dirección de alabanza. Hubo una preparación especial en las relaciones interpersonales, donde se generaron hábitos de amistad, honestidad y compañerismo. Hoy por hoy, sigo en el ministerio, llevando un mensaje Cristocéntrico a muchos lugares, y pastoreando una pequeña congregación en el Estado de Iowa.
Dios todavía no ha dejado de sorprenderme, y sé que aún me esperan más años de ministerio en el Cuerpo de Cristo. Estoy expectante de grandes cosas en mi futuro, y del cumplimiento de sus promesas en mi familia. Tengo más de 35 años de ministerio a la fecha, y sé que todo trabajo hecho para el Señor no es en vano. Por eso digo: «JESÚS gracias por un año más de vida.»