Fui a un Parque boscoso el primer día de la primavera; y fui, porque quería tomar algunas fotografías del lugar. Probablemente vuelva en otra ocasión y durante la primavera, para disfrutar el panorama, y ver los cambios durante esta hermosa estación. Son muy pocos los que saben cuánto se aprende por medio de la observación cuidadosa de la naturaleza. No se necesitan los grados del profesionalismo en la materia, para darse cuenta del mensaje y la belleza natural de la creación de Dios. Un cuadro hecho de una fotografía, una en pinturas, otras en acuarelas, o alguna a lápiz; transmiten paz y tranquilidad a quienes los observan. ¡Imagínate ver literalmente un amanecer, o un atardecer; cuanta más inspiración brindan al corazón! — Oír el rugir de las olas del Mar, escuchar el eco del canto de los pájaros en las montañas; o ver los variados colores en los celajes, solamente son algunos y pocos ejemplos que puedo mencionar de la belleza de esta creación.
Mirar hacia el cielo te abre el entendimiento a lo infinito de Dios. Mirar la creación que te rodea te hace sentir lo pequeño y limitado que eres. La vida te da grandes y nuevas oportunidades para ver el sentido de todas las cosas a tu alrededor. Dios te permite disfrutar en tu círculo de movimiento y vida, las maravillas de su creación. Cada experiencia en nuestro mundo viviente exterior es un milagro de Dios en la naturaleza. Todo lo que tiene vida y que rodea a la humanidad; observarla, — ¡No tiene precio! — Porque solo observando la creación alrededor, se valora lo que emiten todos y cada uno de sus movimientos. Vale la pena vivir observando, y disfrutando cada oportunidad que Dios da, porque ese es el regalo de su misericordia.
La creación es de Dios, y no importa lo que digan los escépticos; creerlo, es lo más importante. Tenemos a la vista muchas cosas de la creación de Dios; pero, solo aquellos que ven vida, sabiduría, y el poder soberano de Dios, ahí lo disfrutan. — ¡Sí!, ahí donde los procesos son lentos; pero, seguros. Ahí, donde hay muerte, ¡sí!; pero, para volver a tener vida. Ahí, donde tus ojos no pueden alcanzar a ver una realidad fuera de tu tiempo Kronos; pero, por tu fe y por tu conocimiento puedes apreciarlo. Solamente las cosas que se ven con los ojos de la fe, se salen del marco de lo físico y del tiempo. La fe son los ojos del alma, cuya visión es clara hacia lo infinito e imperecedero.
No te equivoques por lo que ves ahora en lo natural, porque las apariencias engañan. En el invierno los árboles parecen muertos, sin hojas, sin frutos, y sin el verdor de sus ramas. Pero, el otoño y el invierno son una etapa transitoria en los cambios y en las transformaciones de la misma naturaleza. Ya viene el tiempo, y el inicio de la primavera, y las raíces de los árboles empezarán a dar vida. Ya verás que todo será un manto de diversos matices en tonos de color verde. La vida se volverá a ver, los pájaros volverán a hacer sus nidos, y a cantar de alegría y ensueño. Ahí hay vida, donde la corteza de los arboles se ha secado, y solo cubren aquella vida que vendrá y traerá la fuerza de la sabia en nueva energía y verdor. — ¡Míralo, obsérvalo! — La vida fluirá, y las plantas retoñarán, hasta que sus ciclos cumplan el propósito de su Creador.
Tu vida es igual que los árboles, y también contigo todo es pasajero. El dolor, la tristeza, la desilusión, el desencanto, y muchas cosas más, son temporales. Aprende a esperar, y el tiempo del equinox primaveral vendrá sobre tu vida. Todos se equivocan de ti solo por lo que ven exteriormente. El único que no es pesimista contigo, ni dicta malos augurios contra ti; es Dios. El moverá el sol en su línea perfecta en dirección a ti, y la vida volverá a dar los frutos de tu nueva naturaleza. No estás muerto, estás vivo, y es por eso qué hay esperanza. Tu valor es más grande de lo que a la vista natural parece. Fuiste creado para la vida, y es por la vida que existes. No debes agonizar; al contrario, debes respirar. No debes preocuparte; por sí no lo sabes, tú eres parte de su arte. Dios te dio el soplo, y la vida te entregó.
Vive, respira, sonríe, canta; porque ha llegado tu luz.
«¡Levántate! ¡Resplandece! — Porque ha llegado tu luz, y la gloria de Jehová ha resplandecido sobre ti.” -Isaías 60:1.*
*Los versos bíblicos corresponden á la versión Reina Valera.
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