
«No olvidaré mi pacto, ni mudaré lo que ha salido de mis labios. Una vez he jurado por mi santidad, que no mentiré á David. Su simiente será para siempre, y su trono como el sol delante de mí. Como la luna será firme para siempre, y como un testigo fiel en el cielo (Selah).» -Salmos 89:34-37.
Lo que Dios determinó para la vida de David, el antiguo Rey de Israel, — ¡lo cumplirá! — Dios es un Dios de pactos, donde compromete su palabra que es inmutable, y su juramento para afirmar lo que Él ha propuesto (Hebreos 6:18). David decía de corazón éstas palabras: «Pon, oh Jehová, guarda á mi boca, guarda la puerta de mis labios. No dejes se incline mi corazón á cosa mala, a hacer obras impías con los que obran iniquidad, y no coma yo de sus deleites.» -Salmos 141:3-4. — No confiar en las capacidades, cualidades, talento, poder, autoridad, y derechos humanos; hace que cualquiera sea dependiente de otro, o de otros. David, siendo un Rey, prefirió depender de Dios. La mejor manera de confiar y depender de Dios, es por medio de la fe. Pero, la fe se afianza en las confesiones o palabras que salen a relucir lo que creemos. David tuvo la virtud de tener fe y confianza en Dios, y eso lo hizo dependiente y vulnerable a su voluntad soberana, y sus confesiones lo demuestran (Salmos 141:8).
Jesús dijo: «El buen hombre del buen tesoro de su corazón saca bien; y el mal hombre del mal tesoro de su corazón saca mal; porque de la abundancia del corazón habla su boca.» -Lucas 6:45. — Las palabras tiene su origen en el corazón, como el centro y la conexión principal de lo que el ser humano es en sí mismo. Por lo mismo, Jesús dijo: «Mas yo os digo, que toda palabra ociosa que hablaren los hombres, de ella darán cuenta en el día del juicio. Porque por tus palabras serás justificado, y por tus palabras serás condenado.» -Mateo 12:36-37. — La fe necesita su salida de escape por medio de los pensamientos, las palabras; y también, las confesiones. ¿Qué es primero, entre el corazón y la boca, creer o confesar? — Quizá no sea necesario poner un orden, porque ambas cosas están conectadas, y ambas generan una relación de adentro hacia afuera, y viceversa.
El apóstol Pablo dice: «Mas ¿qué dice? — Cercana está la palabra, en tu boca y en tu corazón. Esta es la palabra de fe, la cual predicamos.» -Romanos 10:8. — En la relación de la boca y el corazón radica la evidencia de la fe. El apóstol Santiago también dice: «Si alguno piensa ser religioso entre vosotros, y no refrena su lengua, sino que engaña su corazón, la religión del tal es vana.» -Santiago 1:26. — El pasaje da luz respecto al efecto de las palabras al corazón. Las palabras son el lenguaje del corazón. Las palabras en sí, pueden distorsionar, mentir, cubrir; o descubrir, la verdadera condición interior. De ahí que la fe en sí misma, puede estar desenfocada de una realidad; y proyectar el error, la mentira, y el engaño. La necedad o la sabiduría expresada por la boca, acondiciona un estilo de vida. Cualquier persona, en su manera de vivir, se definirá por lo que cree; ya sea en la sabiduría divina, o en la necedad carnal y diabólica (Santiago 3:12-17).
Hay confesiones muy negativas que pervierten la fe y deben ser cortadas (Proverbios 4:24). Hay quienes hieren con sus palabras de fe negativa, y hay otros que sanan con sus palabras de fe positiva. «Hay quienes hablan como dando estocadas de espada; mas la lengua de los sabios es medicina.» -Proverbios 12:18. — La calamidad le sigue al hablador y el fruto de la boca bendice y guarda el alma del hijo sabio. «Del fruto de su boca el hombre comerá bien: Mas el alma de los prevaricadores hallará mal. El que guarda su boca guarda su alma: Mas el que mucho abre sus labios tendrá calamidad.» -Proverbios 12:2-3. —
*Los versos bíblicos corresponden á la versión Reina Valera.
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